Ver Caracas y su gente después de 7 años fue una experiencia bastante intensa....
Yo no quería ir a Venezuela después de tanto tiempo con prisa, sin darme el debido tiempo para saborear cada momento.
No obstante la vida se interpone y demanda sus propias exigencias. Pasé días metida en casa, recogiendo recuerdos, empaquetando cosas, una vez más, preparándolo todo para meter una vida en cajas. Una semana no era tiempo suficiente para ver a toda la gente que quería ver y mucho menos el tiempo necesario para disfrutar encuentros y conversaciones que necesitaban tener su propio espacio y calma.
Pero bueno, como dicen, lo que pasa siempre es lo mejor, supongo.
Así que tuve la oportunidad, aunque fugazmente, de ver a mi gente. Tener el breve gusto de estar con aquellos que me son tan queridos. Lo que me trasmiten y lo transcendental de esas relaciones que persisten en el tiempo.
La dulce excentricidad de Carolina (la amiga de confidencias); la sonrisa genuina de mi amiga de infancia, Desireé y su familia que siempre me reciben con el mismo cariño que cuando era una niña; El abrazo más reconfortante del mundo del siempre caballero Eduardo; Las palabras sabias de Patrizia Rizzo; El estar "buena onda" de mi amigo "tuuuu" (verlo feliz y enamorado, fue muy bueno); El verdadero sentido familiar de mis italianos, porque la familia por veces es la que uno escoge; La presencia avasalladora, siempre importante, de aquel que no entiende y no es entendido.
Se les quiere a todos. Se les extraña siempre.
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1 hour ago
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