Memorias de Barcelona

Ir a Barcelona significa siempre la llegada de un sentimiento agridulce a mi alma. Por un lado la felicidad de estar en una ciudad que me hace tan feliz, con su gente, sus cosas, sus manías y sus vicios... y siempre, sobre todas las cosas, el buen reencuentro con los amigos. Pero por otro lado, la tristeza ?) de saber que aunque reviva un sin fin recuerdos cada vez que me paseo por la ciudad, no son más que eso, recuerdos... me parece que ya no regresaré para quedar y eso me hace de cierta forma triste aunque no inconsolable, supongo.

Pero fue muy bueno, claro, ver a la súper Ire (Perucha, ojalá no pasé tanto tiempo sin verte nuevamente), a Vic (mi Bobito), a Jordi (el catalá con millor cor), a Anna, al Arthur, a Elsa, hasta al paqui de las flores, el Sami, que se acuerda de mi nombre a pesar de que ya no me ve hace un año...!! :)

Y pasear las calles sin dirección ni destino fijo, eso es una de las cosas que más disfruto cuando regreso a Barcelona, caminar por sus barrios y ver a su gente, mucha gente como de costumbre... no necesito de mucho más.

Y lo mejor de todo, sentirme acariñada siempre que regreso... son las personas que encuentro las que me hacen sentir en casa y feliz. GRACIAS.

Aquí queda públicamente expresada la invitación a que vengan a visitarme! Ya lo dije cuando estuve ahí y lo vuelvo a reiterar, vengan, se les espera!!!

PETONETS!

... y siempre se siente tan poco tiempo.

(Ah.... y la Elsa.. aunque esa es una experiencia que tan solo vivida en primera persona se puede entender...)